Para acertar en la vida

Mt 22, 34-40

El retorno del hijo pródigo, Rembrandt (1662).

0. TEXTO

Un fariseo, maestro de la ley, para tenderle una trampa le preguntó: Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? Jesús le dijo:
– Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a este: Ama a tu prójimo como a ti mismo.

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

La escena se sigue desarrollando en el Templo de Jerusalén. Jesús está viviendo una situación de conflicto total. Una vez de que los saduceos no pueden ridiculizar a Jesús, toman el relevo los fariseos, expertos en el cumplimiento de la ley. La Ley constaba de 631 preceptos. Pero ya desde tiempos atrás pensaban en jerarquizar en función de lo más importante. Algún maestro de la Ley Hillel reduciéndolo a uno decía: “no hagas al otro lo que no quieras que él te haga”. Esta es la regla de oro. Está presente también en el Islam, budismo, jainismo… y en muy diversas filosofías.

Después de esta batería de preguntas capciosas, de las que sale inmune, le plantean cuál es el mandamiento más importante de la ley. Por una parte Lev 19,18 planteaba la regla de oro de una manera positiva en relación con los demás: “amarás al prójimo como a ti mismo”. Y por otra parte en relación con Dios Dt 6,5 decía “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. Jesús relaciona ambas. El primero es amarás a Dios… y el segundo es semejante: amarás al prójimo como a ti mismo.

¿Cuál es la originalidad de Jesús? En el judaísmo estas dos leyes claves se recogían separadas, Dios por un lado y el prójimo por otro. No es verdad que esto siempre fuese así, los profetas hablan del conocimiento de Dios que consiste en practicar la justicia con el prójimo. Es la experiencia del profeta que en su vida articula ambas y así lo trasmite al pueblo. El planteamiento de Jesús es articular el amor a Dios y al prójimo en el núcleo, en lo fundamental de la Ley. En algo que para el mundo judío es su centro: la Ley. Es lo fundamental a cumplir para un judío. Pues bien, Jesús coloca en el centro de la ley el amor, el amor a Dios y al prójimo como a uno mismo. No como algo personal suyo, sino como algo a vivir por todos. Lo hace de un modo original y novedoso.

Por eso, en la práctica, Jesús puede formular en Mt 25: “¿cuándo te vimos hambriento o sediento o peregrino… y te socorrimos? Cuando lo hicisteis a uno de estos mis pequeños a mí me lo hicisteis”. Esa estela del amor a Dios en el prójimo nos llega hoy de la mano de la encíclica Fratelli Tutti, que nos sitúa en el amor personal y social, asumiendo los problemas de este mundo desde el amor fraterno universal, desenmascarando desde él todo lo que de inhumano, violento, degradante y excluyente tiene nuestro modelo neoliberal y proponiendo caminos que puedan conducir a la fraternidad y a la amistad social.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me ubico en la escena, entro en ella, como si presente me hallase. Me sitúo junto a Jesús y los Doce, como para sentirnos cuerpo y arropados en un momento en que arrecian el cerco de preguntas claves a Jesús. Y le quieren enredar en sus propias palabras. Y escucho una pregunta fundamental: ¿cuál es el mandamiento primero de la Ley? Miro el ambiente, miro a Jesús y a quienes la han formulado… Yo viendo que mucha gente se arremolina en torno a Jesús y también los que le interrogan, me quedo mirando la escena y a Jesús que se para a pensar, como queriendo sacar lo que lleva más dentro. Le miro y también entro en mis motivaciones profundas, para ver lo primero en mi vida. Me tomo mi tiempo para situarme, expectante, los Doce también tienen los ojos fijos en Él…

Jesús comienza a hablar: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Siento una alegría profunda al escuchar a Jesús pronunciar con tanto convencimiento esas palabras que parece que le salen del fondo del corazón… Respiro… Escucho internamente porque me han quedado flotando en mí: ama al Señor… esas palabras que, con la experiencia de la vida, se han hecho carne de su carne. Ahora las está viviendo desde su Abba, Dios de toda confianza. Pido tener los mismos sentimientos de Jesús que por mí se hizo humano para que más le ame y le siga… Me tomo mi tiempo.

Sigo prestando atención, porque Jesús no termina ahí su mandamiento primero, “Y el segundo es semejante a este: Ama a tu prójimo como a ti mismo” yo no salgo de mi asombro… miro a los que le hicieron la pregunta y espero sus reacciones porque para ellos no hay más que un solo mandamiento principal o, en todo caso, no estaban acostumbrados a relacionar ambos… disfruto de la capacidad que tiene Jesús de integrar lo divino y lo humano y le pido tener sus mismos sentimientos… Me tomo tiempo con los Doce y tantos otros que escuchan de saborear el momento… lo repito internamente a fin de hacerlo mío: amarás al Señor… y al prójimo… y a ti.

Respiro la atmósfera de asentimiento por parte de la gente, aun sin entender muy bien las consecuencias de esa estrecha relación de lo humano y lo divino… Disfruto con las caras de satisfacción que veo, porque sintonizan con lo planteado por Jesús. A la gente se le ve entusiasmada con unas palabras de ese estilo… porque intuyen que será algo bueno para todos,… Un Dios que ama… cuando creían que Dios era el que exige, el que está para medir sus malas obras y excluir de su amor a los que no cumplen las exigencias múltiples de la ley… Saboreo el mandamiento nuevo…

Pido la capacidad de sorprenderme con Jesús y pido aprender el arte de situarme desde el amor y el cariño de Dios en el amor a mi prójimo y el amor a mí mismo, socialmente desde el evangelio, confiadamente, con la verdad desnuda del evangelio ante situaciones complicadas y de difícil salida…

SABOREAMOS EL MOMENTO… sin prisa, repasamos la escena.

4. JESÚS Y YO

Jesús me mira también a mí como queriendo estar personalmente conmigo, es una mirada firme y acogedora… Me quedo de nuevo preguntándole la estrecha relación entre el amar a Dios y el amor a los demás como a uno mismo. Le pido sintonizar con esa manera de mirar y de sentir la vida… le saco gusto a ese amor, que es hasta el extremo… Me tomo mi tiempo para hacerlo mío… Me va recordando aquello de “no amarías si no te hubiesen amado, no amarías a Dios con todo el corazón si él no te hubiera amado con todo su corazón, con toda su alma y toda su mente…” y me dispongo para interiorizar ese amor regalado…

Con Jesús me doy cuenta de que nada queda fuera del amor de Dios, todo está unido, vinculado a Él, “en Él vivimos nos movemos y existimos”… y lo mismo nosotros, soy en Dios… Cuanto más unido esté a Él (como la vid y los sarmientos), tanta mayor sensibilidad experimento con las personas, hasta el punto de sentirlas hermanas… me tomo tiempo para tomármelo así…

Estoy con Jesús y le cuento mi deseo de vivir mis relaciones desde su entrega gratuita, desde su amor,… y las repaso: relaciones con mi familia, hijos, padres, comunidad, vecinos, compañeros-as de trabajo,… Deseo vivir mi persona en Dios, como mis relaciones, para amarme a mi mismo como Él me ama, con mis altos y bajos, con mis capacidades y mis limitaciones, con mi generosidad y mi racanería, con mis buenas prácticas y con los daños que causo… Le digo que quiero vivir todas las cosas en Él… y vivirle a Él en todas las cosas… Disfruto del sentirme uno en Dios y así vivir el aprecio, el cariño el amor con los demás y conmigo…

Me dice que ahí no acaba el prójimo, no acaba en mi familia, en mis relaciones… y para ello me acerca Jesús a la realidad social que describe la encíclica Fratelli Tutti, que cuenta cómo el amor se puede vivir a nivel social: “a partir del amor social, es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podemos sentirnos convocados. La caridad con su dinamismo universal puede construir un nuevo mundo” (FT 183). lo quiero hacer mío, lo voy rumiando… Le pido a Jesús que su amor lo pueda vivir socialmente, que las grandes situaciones, la insostenibilidad del planeta y la exclusión de los vulnerables, no sean ajenas a mi amor. Que el amor lo viva para hacer posible en esta historia la inclusión y la sostenibilidad. Se lo pido con verdad…

5. COLOQUIO. Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, aquello con lo que me identifico… Le pido, le doy gracias…

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