Cansados y agobiados

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Mt 11, 25-30

Imagen de Sarangib (Pixabay)

 

0. TEXTO (leer los versículos enteros)

En aquel tiempo, Jesús dijo:

– «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis afligidos y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrareis alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana».

1. SITUACIÓN 

Jesús se encuentra con el grupo de los Doce que han regresado de la misión en un momento duro. Han encarcelado a Juan Bautista, han cuestionado la misión de Jesús (¿Está anunciando lo de Dios?), le han ninguneado en algunas poblaciones, etc. Sin embargo, se alegra profundamente de lo que han vivido los enviados: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos”. Jesús descubre que los sencillos comprenden el mensaje del reino, el de las bienaventuranzas.

Por eso a ellos les quiere dar lo que Él ha recibido: “Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. Lo que ha recibido es la experiencia de Dios como Abbá, como un Dios que ama entrañablemente, un Padre que ama con entrañas de Madre. Desea que vivan su vida desde esa experiencia gozosa. Y les quiere librar del peso de la propuesta religiosa hegemónica de su tiempo (645 leyes y mas de 1000 preceptos) y de la división social que impone el Templo.

En contraposición, Jesús es el del yugo suave y la carga ligera. Para una persona de campo la imagen es preciosa. El yugo se lleva siempre entre dos animales que aran el campo: la misión del evangelio se lleva a cabo con Jesús que se pone a un lado del yugo a tirar del arado y la persona del otro. El se ciñe el yugo por un lado y anima a quien le escucha a que asuma lo del otro lado. Es la empresa del reino donde se fabrica la fraternidad, donde el líder está junto con el peón roturando la cultura ambiente para que se pueda sembrar la fraternidad y, sea dicho todo, con el mismo sueldo, que nacía de lo que recibían en la caja común.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Entro en el pasaje, como si presente me hallase… Me sitúo con Jesús y con los que han llegado de la misión. Les recibe en Cafarnaúm, no lejos del puerto de pescadores. Imagino la escena. Veo con sorpresa el modo en el que Jesús explota de alegría por lo que han vivido en la misión: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos…” La sensibilidad del Reino: Anunciar la buena noticia a los pobres, liberar al oprimido… Saboreo la alegría desbordante de la escena… Me tomo mi tiempo…

Me alegro cuando Jesús quiere dar lo mejor de sí, su experiencia de Hijo: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y a quienes el Hijo les de a conocer”… Dar lo que él vive de Dios, un Dios en cuyas manos vivimos, nos movemos y existimos… Estoy acompañando a los Doce, quienes se sienten encantados de que Jesús les comunique su intimidad… Y yo con ellos… Nos la regala para que vivamos su misma experiencia gozosa… Se lo agradezco de corazón.

Miro sus actitudes: “Venid a mí los cansados y agobiados”… Noto la delicadeza con la que se dirige, la acogida que dispensa a los que no pueden ni con su alma… Me sitúo con los Doce y otras gentes que le rodean… Deseo compartir el mismo yugo, la misma misión de los Doce y otros unidos, enyugados, en esa cercanía cómplice para arar juntos esta tierra, para que se vayan sembrando semillas que produzcan fraternidad… Me tomo mi tiempo…

4. JESÚS Y YO

Descubro la alegría que siente Jesús; también a mí me hace partícipe de ella: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y a quienes el Hijo les de a conocer”… Noto que también quiere dárseme a mí, dárseme a conocer y a sentir la revelación que le puso en movimiento: La experiencia de un Dios que quiere la Vida para todo lo creado… que me permite levantarme cada día con esperanza. Saboreo… y doy gracias.

Escucho que me susurra, que está preocupado por mis cansancios y mis agobios… Los agobios de la necesidad de éxito y los que imponen los sistemas de calidad en mi trabajo, las presiones y la competitividad en que estoy metido… Me deshago con Él de estos y otros agobios… Me pone junto a sí y me da una palmada de compañero para caminar uncido a su yugo, para tirar juntos del arado que labra la tierra a veces árida de competitividades, exclusiones… para hacer posible que en ese surco cuaje la semilla de la acogida, de la integración de la tierra nueva… Me tomo mi tiempo para sacarle jugo…

Trae también junto a mí, acogiéndolos, a los derrengados y estresados, sin posibilidad de salir del círculo de la exclusión, a las personas que repiten la historia de fracaso de sus familias… Me llama a escucharles también yo… a hacer camino con ellos para que renazca en ellos la esperanza y las ganas de vivir, porque mi cariño es el motor que les lleva a descubrir el cariño de Dios… Me tomo mi tiempo…

5. COLOQUIO

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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