De la oscuridad a la luz… Aprendiendo a ver.

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Jn 9, 1-41

Imagen de Hassan Ouajbir (Pexels)

 

0. TEXTO (leer pasaje entero)

«Yendo de camino vio Jesús a un hombre que había nacido ciego. Los discípulos le preguntaron:
 
– Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de sus padres o por su propio pecado?
 
Jesús les contestó:
 
– Ni por su propio pecado ni por el de sus padres, sino para que en él se demuestre el poder de Dios. Mientras es de día tenemos que hacer el trabajo que nos ha encargado el que me envió; luego viene la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en este mundo, soy la luz del mundo.
 
Dicho esto, Jesús escupió en el suelo, hizo con la saliva un poco de lodo y untó con él los ojos del ciego. Luego le dijo:
 
– Ve a lavarte al estanque de Siloéd (que significa: “Enviado”).
 
El ciego fue y se lavó, y al regresar ya veía. (…)
 
El día en que Jesús hizo lodo y dio la vista al ciego, era sábado. Por eso llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, y ellos le preguntaron cómo era que podía ver. Les contestó:
 
– Me puso lodo sobre los ojos, me lavé y ahora veo. (…)»
 

1. SITUACIÓN                                                         

Este signo del VER (de la ceguera a recobrar la vista), lo pone la comunidad de Juan en relación con el camino que deben recorrer los catecúmenos antes de bautizarse. Los catecúmenos se identifican con el ciego. Comienzan como ciegos de nacimiento. No saben lo que es la luz. Reciben la invitación de Jesús: «¿quieres ver?». Jesús lleva la iniciativa, hace barro, “unge” los ojos. Es la misma unción con que es ungido el Mesías: por el Espíritu. Pide su colaboración: “Vete a lavarte los ojos a Siloé”, que significa enviado, y… tras un proceso, vuelve viendo.

Ahora que puede ver, es capaz de pasar de tener exclusivamente su voz para pedir limosna a tener su palabra firme y coherente: “Una cosa sé, que antes era ciego y ahora veo”… plantando cara a los fariseos que le dicen: “A Moisés le habló Dios. Y de ése no sabemos de dónde viene.” Pero el ciego les contesta: “Eso es lo extraño, que no sabéis de dónde viene y a mí me ha abierto los ojos; jamás se oyó contar que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento”… Pasa de estar “sentado” a la puerta de la ciudad, a caminar por ella como alguien coherente y libre.

Tengamos en cuenta el contexto de entonces: cuando un judío se convertía al cristianismo, como el ciego, era expulsado de la sinagoga. Es decir: expulsado de los recintos de convivencia y expresión de su vida y de su fe. Quedaba a la intemperie social. Para el ciego tiene más fuerza Jesús, que sana su ceguera y le convierte en un hombre nuevo quedándose a la intemperie, que cumplir la ley y estar a cubierto en la sociedad.

El ciego había oído hablar de Jesús: “Ese individuo que se llama Jesús ha hecho barro… y recobré la vista”. Jesús, cuando ha sido expulsado de la sinagoga, le busca y le pregunta: “¿Crees en ese hombre (que te ungió los ojos con barro)?”. El ciego todavía no le había visto. “¿Quién es, para que crea, ”Jesús“ el que está hablando contigo?”. Ahora le conoce por primera vez, pone cara y nombre a quien ha hecho posible su nueva vida. Y le adora. Jesús es el nuevo Templo, en Él está la Vida. Los verdaderos adoradores adorarán en Espíritu (recibido al ungirle los ojos con barro) y en Verdad: El estilo de la nueva vida que está empezando a vivir.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Caminando con Jesús y sus discípulos, me doy cuenta de que se fija en “un hombre ciego de nacimiento” sentado pidiendo limosna. Se creía que Dios le habría castigado por algo malo que hizo él o su familia… Jesús comienza a hacer las obras de la luz… Estamos de pie junto a Él… Vemos cómo hace barro con su saliva y se lo unta al ciego en los ojos a modo de unción… y le dice: “Ve a lavarte a la Alberca de Siloé… Ésta es una acción que requiere su tiempo, es un proceso… Aprendo con los discípulos que hay cosas importantes que llevan su tiempo… ¿Cómo me siento?…

Vemos que el ciego confía, toma su camino hacia Siloé… emplea su tiempo, responde a la propuesta, se lava… Observamos que vuelve viendo, con la alegría profunda de la novedad de ver… Disfruto con él…

Le acompaño en los problemas que le causa su nueva situación en ese ambiente… ”¿Cómo te has curado?… ¿Quién lo ha hecho?… En sábado está prohibido trabajar con barro… Habéis incumplido lo que está establecido por Dios en la Ley… Ese hombre no es trigo limpio… A Moisés le habló Dios, pero a ese…» El ciego contesta: “Eso es lo extraño, que a mí me ha abierto los ojos, que jamás se ha oído decir que nadie haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento… Si no viniera de parte de Dios, no lo hubiera hecho”… Le noto un hombre nuevo, antes no se hubiera atrevido a hablar delante de un grupo fuerte en la sociedad… Disfruto con ello. Pero paga un precio: Es expulsado de la sinagoga… Me tomo mi tiempo.

4. JESÚS Y YO. ME  SITÚO EN EL HOY

Me encuentro con Jesús que me mira y le cuento: “Qué cambio tan impresionante en ese ciego. Es otro, cómo se sitúa contando su verdad, cómo ha perdido el miedo”… Jesús me responde: “Cuando has comenzado a ver las cosas de distinto modo por ser creyente, por tener la experiencia del sanar de Dios, ¿has ganado en hablar con libertad, en dar razón de lo que Dios ha hecho contigo, en tus ambientes?”… Le escucho y me guardo la pregunta…

Más adelante le cuento a Jesús: “Cuando me pasó una experiencia parecida, empecé a cambiar y a valorarlo todo de otra manera, no hacía las cosas que antes hacía: gastos, fiestas, consumos, vacaciones… Vamos, mi vida… Ahora, hice nuevas amistades, cambié de gustos, de ambientes… Algunas personas me dejaron de hablar, otras me dijeron que me habían comido el coco, otras que ya se me pasaría… y descubrí lo que dice la canción: “A la gente no gusta que uno tenga su propia fe”… Pero era algo que sentía y que era verdad en mi vida.

Estando caminando con Él nos encontramos con el ciego expulsado de la sinagoga… Jesús le pregunta: “¿Crees en ese hombre, el que te ungió los ojos?”… El ciego le responde: “¿Y quién es para que crea en él?”… Entonces Jesús le dice: “Quien te está hablando”… Veo al hombre reconocer profundamente a Jesús: Creo Señor… Yo también me tomo el tiempo para reconocer lo que ha hecho conmigo, las veces que me ha ido abriendo los ojos… Le doy gracias de todo corazón…

5. COLOQUIO

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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