Nadie podrá arrebatarnos de su mano

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Jn 10, 27-30

Imagen de Dassel (Pixabay)

 

0. TEXTO (leer los versículos enteros)

Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán. Nadie las arrancará de mi mano. El que me las ha dado es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos uno.

1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)

Como tantos textos del evangelio de Juan, este es una catequesis en la cual la comunidad de Juan plasma por escrito lo que descubrió que era Jesús para ellos: El pastor que da su Vida, la referencia clave que les da Vida, la referencia personal y de la comunidad para que tengan Vida y Vida abundante, el que les cuida, el que les saca cada mañana por lugares donde se nutren de verdadera Vida, el que va delante de ellos. La comunidad vive en medio de una cultura poderosa, extraña para ellos, y se siente conducida por el Pastor.

Camina esa comunidad entre los dioses del panteón griego y las formas de comprender los absolutos de su tiempo y la fidelidad a sus raíces judías. La comunidad de Juan se queda con Jesús, elige a Jesús: “El Padre y yo somos uno”. En Jesús está Dios, Abbá. En Él han descubierto la vida verdadera y pese a ser un grupito insignificante en la cultura de su tiempo tienen la experiencia de que Jesús les conoce como el pastor a sus ovejas, y escuchan “la voz de Jesús” en esa situación convulsa que les toca vivir.

En este contexto de ser perseguidos por los griegos (de hecho Juan es desterrado a la isla de Patmos) y ser expulsados de la sinagoga judía, con riesgo de desaparecer, viven sabiéndose en buenas manos: “Nadie las arrebatará de mi mano”. Así viven de un modo contracultural, a contrapelo de lo que se lleva. Al estilo de que no tanto el PIB sino los objetivos del desarrollo del Milenio van más en línea de humanidad… Y sobre todo al estilo de todos los que entregan su vida por hacer Vida lo de Jesús, la fraternidad.

2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en aquella comunidad de Juan. Éste les recuerda la vida de Jesús… Escuchan… “Mirad, cuando Jesús nos hablaba del descubrimiento de Dios como Abbá se encontró también con muchas dificultades en la cultura judía de ese tiempo; a menudo discutía con las autoridades y con quienes estaban cerrados en lo suyo… e incluso una vez tuvo que alejarse para no ser apedreado”… Escucho… ¿Cómo me siento?… Me tomo mi tiempo…

Seguimos oyendo a Juan: “Nosotros, los Doce, nos sentíamos como un pequeño rebaño conducido por el pastor, porque éramos de pueblo… Estábamos en la capital, Jerusalén, donde no pintábamos casi nada y donde mandaban los sumos sacerdotes, el sanedrín y los grupos de escribas, maestros de la ley y grupos de fariseos… gente estudiada. Y aun así, Jesús les proponía algo nuevo que a veces les dejaba callados… Por eso, tranquilos: hoy como entonces, Jesús nos conduce, nos cuida… nos inspira”… ¿Cómo me siento? Pido saber llevar esas situaciones de inferioridad…

Juan sigue la narración y yo no me pierdo sus palabras: “Nos sentíamos cuidados… le escuchábamos… nos sorprendía… nos defendía… a veces le fallábamos… pero en Él encontrábamos palabras de Vida… a pesar de que nos decían: ¿A dónde vais con ese soñador, con ese trasgresor, con ese que trae enseñanzas falsas?… Además, podemos decir que “nadie pudo arrebatarnos de sus manos”… estábamos en buenas manos”… Escucho con atención y saboreo sus palabras… ¿Nosotros también hoy vamos discerniendo los proyectos e ideologías que dan vida o la quitan?… Me tomo mi tiempo… ¿Cómo me quedo?…

4. JESÚS Y YO.

En esa comunidad de Juan, donde yo me siento presente, comento con ellos mi hoy, “las veces en que nuestra cultura occidental aparta lo religioso de la sociedad, de la escuela, relegándolo al ámbito privado… haciendo creer a todos que estamos anclados en el pasado sin posibilidad de decir una palabra en este tiempo”… Me desahogo… sabiendo que lo pinto negro porque tenemos complejo de inferioridad y no nos atrevemos a dar nuestro mensaje… ¿Cómo me siento?… Me tomo mi tiempo…

Juan me pregunta: “¿Hasta qué punto Jesús es Alguien vivo en vuestras vidas?… ¿Qué lugar ocupa en ellas?… No sé si además de Jesús hay otras cosas importantes que rivalizan en vuestro corazón con Él”… Se hace un silencio largo… Juan continúa: “Para nosotros Jesús era lo más importante: sus palabras… sus hechos… sus motivaciones… Vivíamos desde esa Vida que nos daba Vida”… Me doy cuenta de que Jesús era todo para ellos… Me siento impresionado… Señor, te pido que así sea en nosotros…

Con un poco de vergüenza le digo que “no nos han perseguido como a ellos, sí insultado o ridiculizado… pero no perseguido… Sí que hemos tenido algún conflicto que otro por defender a los débiles o hacer un sitio para todos sin excluir a nadie”…  Me contesta Juan: “La fe se fortalece en la lucha… Tened confianza, que nosotros podremos salir de las manos de Jesús… pero por su parte, si así lo deseamos, nadie nos arrebatará de sus Manos”… Pido esa confianza…

5. COLOQUIO.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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