Mt 20, 1-16

Imagen de Edgar Curious (Pixabay)
0. TEXTO (leer los versículos enteros)
“El reino de los cielos se puede comparar al dueño de una finca que salió muy de mañana a contratar trabajadores para su viña. Acordó con ellos pagarles el salario de un día y los mandó a trabajar a su viña. Volvió a salir sobre las nueve, las doce, las tres y todavía un poco antes de anochecer.
Cuando llegó la noche, el dueño dijo al encargado del trabajo: ‘Llama a los trabajadores, y págales empezando por los últimos y terminando por los primeros.’ Se presentaron, pues, los que habían entrado a trabajar alrededor de las cinco de la tarde, y cada uno recibió el salario completo de un día. De modo que los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos.”
1. SITUACIÓN
La experiencia de trabajar en las fincas de los que tenían terrenos era conocida por todos los lectores del evangelio de Mateo, también por Jesús, que seguro que se dedicó a estar en la fila de los que buscaban trabajo. Debido a la subida de impuestos, los campesinos que no los podían pagar se vieron obligados a vender sus tierras y trabajar para los terratenientes del tiempo. Hoy en día esto nos recordará a los que quedan descartados-excluidos del mercado laboral…
Viviendo en esta situación, Jesús propone esta parábola del empresario-patrono que quiere trabajo y pan para todos. No le preocupa tanto ganar en su negocio (la vendimia) sino que la gente tenga trabajo y comida. Jesús compara lo que hace este dueño con el Reinado de Dios, es decir, con la situación que se dará cuando Dios reine. En ella, para que todos puedan vivir paga a cada uno el jornal del día. Y como se vivía al día, era la posibilidad de comer esa jornada. Esta sería la manera de hacer la economía del reino de Dios. Y este el papel de las empresas, finanzas, bancos, etc., la economía del bien común.
¿Qué recompensa esperamos los cristianos? Podemos también, como los primeros trabajadores, reclamar nuestros méritos: Llevamos años trabajando en la parroquia, somos militantes de la causa, hemos estado en grupos y hemos corrido nuestros riesgos, hemos dado la cara en situaciones de denuncia profética, por tanto, estaremos más arriba que estos otros. O bien lo podemos mirar como el Dueño: Me siento afortunado de haber sido llamado, de la confianza que Dios ha puesto en mí y de haber vivido una vida plena de sentido haciendo la mesa de la fraternidad, también con mis dificultades y sufrimientos, pero plena.
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Entro en el texto, que es para que lo viva, lo experimente yo hoy… Me hago presente en esta parábola que Jesús cuenta a los suyos. Le escucho: “El Reino de los cielos, (o sea el mundo que Dios sueña), se parece al dueño de una finca que quiso contratar obreros para trabajar su campo”… Miro a los discípulos que escuchan con atención… no pierden palabra… Acompaño al Dueño que sale personalmente y contrata a primera hora de la mañana hacia las 6.00, a las 9.00, a las 12.00, a las 15.00 e incluso un poco antes de anochecer. Se le escucha: “Que nadie quede sin trabajar”… Disfruto de que al dueño le preocupan las personas desempleadas más que su negocio…
Hago lo mismo en el momento del pago. Observo al encargado que, empezando por los últimos, les paga el jornal de un día, así pueden tener para comer todas las familias… Oigo cómo se dicen unos a otros: “Después de pasar todo el día sin que nadie se fijase en nosotros… y con el miedo de no poder llevar nada para nuestra familia… ahora tenemos para comer”… Estoy con los Doce alegre y sorprendido. Esto no es normal… Saboreo la escena… Una persona que se preocupa de los que necesitan vivir… aunque queden de lado en los trabajos… Agradezco y pido ser como Él…
Al final miro las actitudes de los que trabajaron desde primera hora de la mañana, que esperaban más… y protestan… Les veo airados… se comparan con los demás: “Nosotros desde primeras horas… hemos aguantado el sol… y a esos que no han trabajado más que una hora…” … Me sitúo junto al Señor del Campo que afronta la situación, baja a la arena, lo mismo que en el primer momento al contratar… Le trata, al que se le encara, con afecto: “Amigo, no te estoy tratando injustamente… ¿en cuánto nos contratamos?… eso te doy”… Empiezo a comprender que aquí no se trata de trabajar más que otros, ni de hacer más méritos sino de conseguir que todos trabajemos, que todos tengamos empleo y sustento… Disfruto con aquello a lo que se me invita…
4. JESÚS Y YO
Me doy cuenta de que Jesús me mira también a mí… Quiere estar personalmente conmigo… Me dice: “Sitúate con tantas personas que en las colas del paro se agolpan para conseguir trabajo, con las de la cola de los comedores sociales… Mírales a sus caras, cómo viven la angustia de lo impredecible”… Me tomo mi tiempo… A ratos me sale mirar para otro lado. Me cuesta hacer mía tanta situación complicada… Le pido a Jesús valentía para mirar a los ojos a quien necesita ser animado, consolado, acompañado…
Escucho de boca de Jesús la parábola del empresario que quiere trabajo y pan para todos y voy descubriendo que nos habla de su Padre, Abbá, el Dios de la vida para todos… Me dice: “Mira a tu alrededor para descubrir a tantos voluntarios-as que están visitando presos, y enfermos, a tantos profesionales queriendo hacer de su lugar de trabajo una familia en igualdad económica y en oportunidades… A tantos pequeños empresarios que buscan hacer un lugar para vivir y no exclusivamente una oportunidad de negocio”… Me fijo en tantos que buscan el bien de todos y no solo sus puros intereses… Me tomo mi tiempo… Disfruto con ellos…
Jesús me anima a seguir siendo de los que hacen posible la vida de la comunidad y de la sociedad. Me recuerda: “Si no saliste a trabajar a primera hora porque no conocías qué era pensar en los demás y no sólo en ti mismo… si no te implicaste en nada que beneficiase a todos, porque no creías en el Dios que busca una mesa donde sentar a la familia humana… ha llegado tu hora. Estás a tiempo de comenzar a hacerlo”… Acojo con gusto la invitación… Me tomo mi tiempo…
5. COLOQUIO
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.