No os dejaré huérfanos

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Juan 14,15-21

0. Subrayados del texto del evangelio

“No os dejaré huérfanos, yo pediré al Padre que os envíe otro defensor, el Espíritu de la verdad”. “Al que recibe mis mandamientos… mi Padre le amará y yo también le amaré y me mostraré a él.”

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Seguimos en los discursos de la cena allí donde Jesús aprovecha para decir las cosas “que recordarán siempre” Y esto lo hace en este escenario de lucha: El mundo entendido como la opción y el resultado de los que andan buscando su provecho, al máximo beneficio, a sus exclusivos intereses. En ese corazón, en esa mentalidad, es difícil que brote el amor.

Y en esa situación se da otra experiencia, la del amor en los discípulos: “si me amáis”. Hasta ahora, en el texto, todo el tiempo Jesús era quien llevaba la iniciativa, cuidaba de ellos. Ahora a los discípulos les habla del amor recíproco. Y se trata de vivir “obedeciendo mis mandamientos”. Este es mi mandamiento, “que os améis los unos a los otros como yo os he amado”, es decir dar lo recibido…

Al mismo tiempo, Jesús está pensando en su ausencia, cuando él ya no esté con los suyos: “yo pediré al Padre que os envíe otro Defensor, el Espíritu de la verdad…” Durante su vida Jesús vivió lleno del Espíritu Santo, “el Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha enviado a anunciar… Lc 4, 16-19. El trasmitía el Espíritu. El les defendía. Ahora el Padre les enviará el mismo Espíritu, el Defensor, el Espíritu de la verdad.

“Vosotros lo podéis recibir (el Espíritu) porque lo conocéis”. Juan quiere hacerles ver que muchos cristianos de su comunidad que no han conocido a Jesús, no están en inferioridad a quienes lo han conocido en carne y hueso. Porque es la misma Vida de Jesús la que está en unos y en otros, su Espíritu.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Respiramos…profundamente… la respiración nos ayuda a salir de nuestros pensamientos (que nos atosigan) y nos centra en el presente. A lo que estamos…

Nos serenamos… Nos centramos… evitamos la dispersión.

Tomamos distancia de nuestras preocupaciones…. Ya las retomaremos después…

Conectamos con nuestro interior, con lo que nos habita, con nuestra Fuente de Vida.

Vamos haciendo silencio interior. En primer lugar, silencio no es ausencia de ruido sino ausencia de ego. Para hacer silencio lo mejor es “salir de nuestro propio amor, querer e interés…”

Nos vamos preparando para escuchar a fondo…

Pedimos vivir esta oración con confianza-disponibilidad y con dedicación…

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. YO ME HAGO PRESENTE -revivo LA ESCENA. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Entro en el texto, que es para que lo viva, y lo experimente yo hoy… lo hago uniéndome respetuosamente a la situación que están viviendo Jesús y los doce.

Y me hago presente en ese espacio llamado cenáculo con la mesa baja, recostados de lado para cenar ya ahora atentos a las palabras, las últimas de su maestro.

Me sitúo en ese espacio a la luz del candil de aceite, huelo el aroma de la cena… pero sobre todo huelo el ambiente de emoción contenida creado por Jesús… 

PETICIÓN. Pido tener ese temple de Jesús (conocimiento interno) Vivir en su mismo Espíritu

Escucho atento a las palabras que salen de la boca de Jesús: “pediré al Padre que os envíe otro Defensor” “permanece con vosotros y está en vosotros” … “no os dejaré huérfanos, volveré a visitaros”…  “a quien me ama lo amará mi Padre, lo amaré yo”… “si alguien me ama, cumplirá mi palabra, mi Padre lo amará, vendremos a él y habitaremos en él”… las vuelvo a leer y escuchar y saborear a fin de hacerlas mías…

Miro: actitudes de Jesús, el deseo de permanezcamos unidos a Él y al Padre, que tomemos nuestra responsabilidad practicando cumpliendo su mandato de amar…

Saboreo, en esta situación tan difícil, la promesa de que no nos dejará huérfanos… El sabor amargo es un componente no sólo de nuestras comidas, sino de nuestra vida, que nos endurece y nos saca de vivir entre algodones… Revivimos sin prisa la escena

4. JESÚS Y YO. (Que el texto ilumine mi vida)

Y en esa situación de intimidad, donde Jesús quiere decir aquello que desea recuerden imborrable en su corazón, Jesús se topa en ese grupo con mi mirada y es a mí a quien se dirige: “Si me amas guardarás mi palabra, mi mandamiento “ que consiste en “amaos los unos a los otros como yo os he amado”… pido que pueda dar lo recibido…

Y le sigo escuchando: Recuerda que estás en este mundo, un mundo que no me recibe porque está a sus interesas, a su disfrute, a su … una historia donde se vive lo peor, como hemos visto en esta pandemia y también lo mejor: ayudas a mayores, gestos heróicos de dejar su respirador, atención a los sin techo, endeudamientos de los Bancos centrales para apoyar a los sin trabajo, sin vivienda, … le pido creatividad en el amor…

Y le escucho: no te dejaré huérfano, “no os dejaré huérfanos”… Y aprovecho para presentarle las personas que me dicen que me acuerde de ellas, las que quedarán desprotegidas y harán filas para pedir comida aquí, no lejos y personas lejanas que es imposible que hagan confinamiento porque se tienen que buscar el pan de cada día,..

Le sigo escuchando: os daré mi Espíritu, mi Vida,… y le pido decidir en su onda, injertado en sus sentimientos. Que esa sea la brújula para decidir desde el amor en nuestra compleja historia… Y se lo pido que tenga creatividad en mi quehacer…

5. COLOQUIO. En actitud coloquial con Jesús, le cuento lo vivido en la oración.

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