Permanece…

Mc 13, 33-37

«Nunca mires a nadie hacia abajo a menos que le estés ayudando a levantarse». Imagen de Quinn Kampschroer en Pixabay.

0. TEXTO

Permaneced despiertos y vigilantes, porque no sabéis cuándo llegará el momento. Esto es como un hombre que, a punto de irse a otro país, deja a sus criados al cargo de la casa. A cada cual le señala su tarea, y ordena al portero que vigile. Así que permaneced despiertos, porque no sabéis cuándo va a llegar el señor de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana. ¡Que no venga de repente y os encuentre durmiendo! Y lo que os digo a vosotros se lo digo a todos: ¡Permaneced despiertos!

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

Comenzamos el Adviento. Tiempo de espera, tiempo de esperanza. ¿Qué esperamos, qué deseamos? El Reino de Dios, la fraternidad… Y para eso permaneced vigilantes. ¿Esperamos a que llegue Alguien desde fuera? ¿Que llegue el fin de los tiempos? ¿Que llegue El Señor por Navidad? O más bien, como el Reino de Dios ya está dentro de nosotros, quiere crecer en nosotros, es como una semilla, el adviento es el tiempo de dejarle crecer. Vamos a intentar no poner obstáculos a su desarrollo. Que no seamos obstáculo a la acción de Dios, a esa semilla que está creciendo en nuestra persona, en nuestras relaciones, en la vida de los pueblos, de las culturas,…

¿Qué estamos llamados a hacer crecer desde dentro de nosotros? Se dice al final de los evangelios (Jn 20, 22-23): “Recibid el Espíritu santo, a los que perdonéis los pecados les quedan personados, a quienes se los retengáis…» Recordamos qué significa que se les da toda potestad en relación con el perdón. “Permaneced vigilando, permaneced despiertos, permaneced perdonando”, tanto personalmente y como Iglesia, en nuestra cultura concreta y en nuestra globalización cultural.

Permaneced es algo permanente… y sorprendente. Permanecer dejando crecer en nosotros la Navidad, la encarnación y las dinámicas encarnatorias, o sea las dinámicas de cargar con la realidad perdonando y reconciliando. Recordad aquel periodista joven que murió cubriendo las noticias en el frente de guerra y que no pudo ir a celebrar la Navidad con su familia. Dejó escrito en su cuaderno de notas: “Navidad es cada día que uno se acerca a la otra persona como hermano y lo trata como tal” Dejemos crecer en nosotros este dinamismo. Nos va a sorprender la salvación de Dios. Es que Dios sigue comunicándose.

Permaneced como grupo, no individualmente, sino como Iglesia, en comunidad. Estamos llamados a encarnar el perdón, la incondicionalidad del amor y a hacerlo como comunidad, en Iglesia, en caravana. Qué importante lo relacional, los abrazos. Pero más importante es un grupo humano que sostenga nuestra esperanza, donde podamos contarnos nuestras peleas por que llegue la fraternidad, los fracasos que sentimos, las experiencias de superación , nuestros aprendizajes, nuestros miedos a arriesgarnos.

2. Comenzamos la oración HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. Vemos, escuchamos, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente, revivo la escena. VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en la escena, entro en ella, como si presente me hallase, y escucho a Jesús: “permaneced despiertos y vigilantes”. Allí están sus discípulos, deseosos de mantener la vela encendida, en el momento que les toca vivir… Y yo con ellos. Veo que la palabra de Jesús, alienta la esperanza, porque se le ve auténtico… Tomo mi tiempo para escuchar y asimilar… «permaneced…”

Trato de escudriñar lo que preocupa al grupo, es decir, su deseo de que los tiempos cambien. Por eso, me fijo cómo escuchan las palabras de Jesús y lo hago con ellos procurando descubrir un motivo para la esperanza: “permaneced despiertos y vigilantes porque no sabéis cuándo llegará el momento”, el momento de la salvación, del perdón, de … Escucho cómo le piden la capacidad de perseverar, de durar en la dificultad… Pido asumir y no perder la paz en esa situación de meseta, de monotonía, donde parece que nada se mueve para bien de los vulnerables.

Recuerdo que otras veces Jesús hablaba de los pequeños signos. Me hago uno con sus discípulos cuando piden ojos para ver las señales del reino… Pido conocimiento interno de Jesús para que, como los discípulos, viva mi vida con sus mismos sentimientos, con esa capacidad de estar atento a las señales sencillas de la vida … Pido conocimiento interno del Señor que por mi se hizo humano para que más le ame y le siga. Me tomo mi tiempo…

Al tiempo, veo cómo recuerdan lo que Jesús les decía que “el reino de Dios está dentro de vosotros”, cómo les hablaba de la semilla del Reino que crece dentro de cada uno de nosotros y crece en un nosotros colectivo, como Iglesia, como pueblo, como sociedades, como movimientos sociales… Veo que se toman el tiempo de pararse y notar que la vida que llevan dentro se mueve, como los de Emaús: “¿no ardía nuestro corazón cuando nos contaba las escrituras?” Yo también me paro por escuchar lo que habita y lo que se mueve en mi interior…. y saboreo el momento.

4. JESÚS Y YO

Estoy con ese grupo humano que sentimos cerca a Jesús, que conecta con nuestros deseos profundos, que nos cuenta cómo situarnos en este tiempo de salvación y que lo hace tratando de buscar la complicidad de las miradas con sus interlocutores… Le pido esa fuerza vital capaz de tocar el corazón de las personas, de verdad y sin engaños.

Por supuesto, también noto que conecta con mi mirada y veo que se para un tiempo conmigo, como si quisiera tener un diálogo: “permanece despierto y vigilante…“ Despierto con los ojos abiertos para encarnarme en la realidad que me toca vivir, para encarnar el perdón, y  me paro a verla… le cuento cómo es mi realidad… y le pido permanecer.

Me quedo como absorto con él… se dirige a mí: “permanece atento a la sorpresa del presente”, la salvación está brotando a cada instante. Me abro a la escucha de la realidad desde donde estoy encarnado, desde donde me hago cargo de la realidad que habito: miro las noticias: un joven que salva a una persona que se había caído al agua, una víctima que tras años de rabias, perdona a quien le hizo tanto daño, un pueblo que ,con su protesta, consigue que  que un corrupto no tome el poder… Voy descubriendo los caminos de la salvación de Dios. Le pido que lo vaya haciendo en lo pequeño y en lo grande, en lo cercano y en lo lejano…

Sigo escuchando lo que me dice: permanece encarnado, cargando con tu realidad, perdonando, siendo creativo, recreando un nuevo modelo energético, otros modelos de atención a la tercera edad, otro modelo educativo con oportunidades para los más débiles… lo saboreo y me tomo mi tiempo… Me abre los ojos para que “vigile” los movimientos de quienes sólo miran por sus intereses, a quienes hacen discursos engañosos, a los que son un peligro para los indefensos… y le pido que  sea despierto y atento para responder desde el dinamismo que me habita, sus sentimientos…

5. COLOQUIO

Resumen de lo vivido en la oración: un texto, una palabra, una imagen… lo que más me ha llegado, lo que parecía que iba para mí, aquello con lo que me identifico… Le pido, le doy gracias…

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